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#MyAIESECexperience

Yannina Alvarado - Pereira, Colombia

Mi experiencia fue una de las más emocionantes que he pasado. Inició con un vuelo a Bogotá y una escala de 7 horas en la madrugada, estaba un poco asustada y no sabía qué cosas iban a pasar, me centré en no tener expectativas y aventurarme a lo que venga de manera muy optimista.  Y empezó así: nunca había tomado el Metropolitano en Lima, resulta que ahí la única forma de llegar a mi proyecto era a través de el MEGABUS que es una replica de este (te termina gustando); al tercer día no supe tomar la conexión al bus y me perdí junto a dos amigos, Nour de Algeria y Vinicius de Brasil, ninguno hablaba español, mi inglés era básico-intermedio y no sabía ni árabe ni portugués, lo divertido fue que terminamos en una de las zonas más peligrosas de Pereira y milagrosamente un niño se ofreció a llevarnos cerca al trainee flat en donde vivíamos. Lo primero que nos dijo fue: no hablen en inglés que notarán que no son de aquí. ¿Sé imaginan?... La mayor lección de esta anécdota fue el hecho que al final él solo nos pidió una cosa: “¿Tienen algo de su país?, no quiero dinero”, esta frase la recordaré toda mi vida y me llevó a una de las mayores reflexiones con la conclusión de que realmente hay muchísima curiosidad por la otra cultura, que aún se puede confiar en otros y que es muy gratificante contribuir con estas ideas. Al día siguiente empezó oficialmente mi proyecto, este era bastante distinto a lo que usualmente hacía, trabajé enseñandoles a adultos a leer y escribir, lo curioso fue que también tenía que interactuar con niños ya que iban a estudiar con sus hijos. Esto fue confuso a un inicio pero el proyecto llegó a enamorarme y me dejó con unas ganas infinitas de volver. Ver personas que tienen tantas ansias de aprender, escuchar historias tristes pero que demuestra qué tan valiente puede ser una persona me hizo cambiar el enfoque de mi vida, el agradecimiento era la satisfacción de haber contribuido en sus vidas y siendo realistas estas personas contribuyeron mucho más en mí, yo fui para enseñar y terminaron enseñándome muchas cosas más. En este intercambio también tuve una familia, esta era un poco rara ya que eramos aproximadamente 15 personas de distintas nacionalidades: Brasil, Argentina, Algeria, Italia, México, Alemania, Holanda y por supuesto la mini colonia peruana. Viajé dentro del país, conocí lugares hermosos, monté a caballo sola por primera vez, aprendí a amar la lluvia, a tomar Postobon (la única gaseosa que realmente me gusta), comer bandeja paisa, bailar bachata, reír porque “qué paja” no suena chévere en Colombia, sentirme millonaria por un minuto porque la moneda es en miles,  aprendí sobre otras culturas, mejoré el inglés (a la fuerza), me obsesioné con el granizado de café y sobre todo me fortalecí como persona. Este intercambio me impulsó a proyectarme a grandes cosas, a no tener miedo a plantearme metas y  mantener esas ganas constantes por contribuir con el mundo.

 

Elaine Yompián - Cuenca, Ecuador

Mi nombre es Elaine Yompian, tengo 23 años, y yo realice mi intercambio en Cuenca, Ecuador. Fue una de las mejores experiencias de mi vida; viví situaciones novedosas, llenas de retos, en general, fue una aventura inolvidable. Para comenzar, trabaje en el Hogar Miguel León, una casa de acogida para niños y niñas. Mi labor ahí era realizar talleres de autoconocimiento, motivación, etc.

Sin embargo, se volvió mucho más que solo esos espacios de teoría y dinámicas. Compartí hermosos momentos con cada uno de los niños; aprendí sobre sus vidas y sus juegos. Pase tiempo con ellos escuchando sus historias, dibujando y limpiando la casa (en serio). Además, como estudiante de psicología, la experiencia fue muy enriquecedora, ya que, puse en práctica muchos de mis conocimientos.

 

Por otro lado, conocí a personas maravillosas que me permitieron aprender más de otros países y, a la vez, de mi misma. En menos de seis semanas, muchos de ellos se volvieron amigos muy cercanos con los que aun mantengo contacto. Asimismo, viaje mucho dentro de Ecuador y tuve la oportunidad de  visitar todas las ciudades cerca de Cuenca.

 

Durante las seis semanas que estuve ahí, considero que aprendí mucho sobre mis fortalezas, mis debilidades y, en especial, mi capacidad de resiliencia. Me encantó poder tomar un segundo intercambio porque en cada viaje vives cosas muy distintas, lo que se aprende nunca es igual. Desde mi punto de vista, AIESEC brinda a los estudiantes una maravillosa oportunidad para encontrarse en el servicio a otros, en un país extranjero, muy lejos de lo que es familiar y cómodo. 

Yannina Alvarado - Pereira, Colombia

Carolina Morales - Bahía Blanca, Argentina

Para cuando tomé la decisión de viajar a Argentina para ciudadano global, pensaba tener idea de todo lo que me esperaba. Un shock cultural con las costumbres argentinas, hacer amigos de otras partes del mundo, convivir con una familia diferente a la mía, conocer la realidad de AIESEC en otro comité y tener la oportunidad de ser voluntaria de un mismo proyecto por 6 semanas. También era consciente que tenía que dejar en Lima mi trabajo, estudios de un ciclo de verano y mi familia y amigos por el tiempo que me fuera. Y sí, sucedió así,  tuve que sacrificar algunas cosas para poder viajar, pero sinceramente habiendo cumplido hoy dos meses desde que se acabó mi intercambio en Bahía puedo decir que valió totalmente la pena.

 

Mi llegada a Bahía Blanca, la ciudad en la que decidí tomar mi intercambio sin razón concreta alguna, fue uno de los mejores inicios que pude tener de esta gran experiencia. De hecho, desde ese día, empecé a vivir muchos momentos que valoro increíblemente el día de hoy. Recuerdo que me recibieron en la terminal, un domingo muy temprano, un gran grupo de chicos locos con carteles del comité que estaban emocionados por mi llegada. Fuimos a desayunar juntos y finalmente a casa cada uno. Y así, desde ese día, los momentos y las semanas fueron corriendo sin darme cuenta lo rápido que se iba esta inigualable experiencia.

 

Mi proyecto, Educarte, estaba enfocado a trabajar con niños de edades entre 4 y 12 años, apoyando con refuerzo escolar en época de clases y, con actividades recreativas y culturales en vacaciones. De hecho, como mi intercambio fue en verano, me tocó compartir las vacaciones de 20 maravillosos niños de un barrio llamado Villa Floresta. Y sí, por supuesto, no estuve sola en esta gran experiencia, un brasilero y una china, fueron las personas con las que tuve la oportunidad de compartir mi voluntariado. Definitivamente, trabajar con personas que venían de realidades tan distintas a las mías, que eran tan diferentes y que no compartían ni el mismo idioma, fue uno de mis mayores aprendizajes del intercambio. Pude aprender muchísimo de ambos y de sus culturas, y sinceramente pude sacarme muchos de los prejuicios que podía tener sobre cómo son los tipos de personas según su país de origen.

 

En cuanto a las experiencias que pude vivir con el comité de allá, solo puedo agradecer a los chicos de Bahía por permitirme ser parte de AIESEC Bahía Blanca por dos meses y vivir la experiencia AIESECa más intensa que he tenido desde que ingresé a la organización. Tuve la oportunidad de apoyar en áreas distintas a la mía como TM, iGCDP, oGCDP y Marketing. Pude liderar un OC de un congreso local que tuvieron para newbies y asistir a toda clase de eventos AIESECos, conocer a algunos de los chicos de otros comités del mundo y del MC de Argentina y sobre todo, tuve la oportunidad de aprender muchísimo de los chicos que lideraban este increíble comité. Con todo esto, aprendí que un AIESECo puede sentirse parte de más de un comité en el mundo, y que de hecho,de eso se trata una iXP, de involucrarte con otro comité, de sentirte parte, de bailar su roll call y gritar fuerte su shout, de empaparse con su cultura y compartir la tuya también, de enorgullecerte con sus metas y cómo se van cumpliendo. De ser parte de ambos.

 

Hoy, puedo decir que sí tuve ese shock cultural (con costumbres argentinas y del resto del mundo), y que de hecho, generó muchos de los momentos más divertidos que pasé en Bahía. Que esos amigos que pensaba hacer de otras partes del mundo, son ahora hermanos con los que tengo promesas de  volver a encontrarnos y con quienes aún sigo en constante contacto. Que esa convivencia con “otra familia”, fue realmente una oportunidad para conocer mucha más a mi nueva y gran hermosa familia argentina. Que ver la realidad de otro comité, significa comprometerme con ella. Y que ser voluntaria en un proyecto por 6 semanas, es un tiempo más que suficiente para darte cuenta que a partir de esta experiencia, tu vida volverá a ser la misma y que te quedan aún muchísimas cosas más por cambiar alrededor del mundo.

 

Finalmente, si tuviera que volver a tomar esa decisión, no lo pensaría dos veces y tomaría este intercambio. Cada experiencia vivida, logró sacar una versión de mí. Estoy muy segura que la Carolina que viajó en enero a Bahía Blanca, no es la misma Carolina que regresó en Marzo. Volvió una mejor versión, con nuevas ideas, con cada vez más ganas de hacer algo positivo y distinto por la sociedad, con muchísimas más ganas de volver a viajar y que ahora no solo deja a grandes personas en Argentina, sino hermanos en muchas partes del mundo.

Mi experiencia en Colombia no la cambio por nada. Hola, me llamo Lorenzo Mujica, soy de Lima, y yo realicé un intercambio voluntario a Colombia en el proyecto “Let’s Do it! – Sabana de Occidente”.

 

Me quedé un mes y medio en Bogotá, capital de Colombia. Esta era mi primera experiencia en el extranjero, fuera de mi casa y sobre todo sin mi familia; en un país nuevo para mí. Estoy más que seguro que no soy el único que piensa esto: no he tenido experiencia como tal y no hay nada en que arrepentirse. Por un lado, gracias que mi proyecto era grande, había personas de 16 países, conocí a personas de distintos lugares de distintos lugares del mundo; y ahora puedo decir que tengo una familia fuera de Perú como en Venezuela, Italia, Brasil, Dinamarca, Estados Unidos o Taiwan.

Los intercambistas nos hicimos como una familia; una gran familia que estábamos para apoyarnos en cualquier momento del proyecto y darnos una mano ante cualquier momento a cualquier hora. Por otro lado, existía problemas que se pueden presentar en cualquier proyecto; pero estos me enseñaron diversas cosas como adaptarme al cambio fácilmente, lidiar con distintas mentalidades que van de acuerdo a las distintas culturas, ser más flexible ante cualquier problema, tener mente positiva ante las adversidades; entre muchas otras cosas más. Realmente siento haber crecido como persona.

 

 

Mi proyecto consistía en realizar un evento de limpieza en las calles de tres pueblos aledaños a Bogotá. Existía cinco áreas: logística, donde yo estaba, marketing, relaciones externas, relaciones internas y finanzas. Gracias a que trabaje con el grupo de logística, con ellos me hice muy amigos y me acerque bastante ya que trabajamos siempre juntos. El día del evento fue un día muy importante para nosotros; el día que esperábamos todos y el que habíamos planeado por tres semanas.

 

Lo que más me impacto del evento en sí fue cuando los niños se acercaban ayudarnos a realizar la limpieza; sin embargo, no todo salió como lo habíamos planificado exactamente. A pesar de esto, hubo un momento que me marco. Había aproximadamente unos 15 niños que nos ayudaron y todos competían para ver quien recolectaba más basura de la calle; claramente todos con los implementos de protección que habíamos planeados. En ese momento me di cuenta que realmente logramos el impacto que queríamos hacer; no podría haber estado más satisfecho de ver a unos niños felices por estar recolectando basura.

 

Yo recomiendo hacer una experiencia de intercambio en AIESEC; es una experiencia única y enriquecedora. Si tuviera la oportunidad de tomar de nuevo esta experiencia, sin pensarlo lo tomaría. QUIERO REGRESAR!!!

 

Yannina Alvarado - Pereira, Colombia

Lorenzo Mujica - Colombia

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